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Es esencial adaptar tu espacio de trabajo para cuidar de tus ojos, especialmente en un entorno donde el uso de dispositivos digitales es constante. El primer paso es asegurarte de que la iluminación sea adecuada. Una luz demasiado fuerte o insuficiente puede forzar la vista; lo ideal es contar con una luz natural equilibrada. Si no es posible, utiliza lámparas de escritorio ajustables que iluminen sin deslumbrar.
La ubicación de la pantalla es clave. Tu monitor debe estar a una distancia de 50 a 70 centímetros de tus ojos, y el borde superior debe estar al nivel de la altura de los ojos. Esto evita que debas inclinar la cabeza demasiado hacia abajo o hacia arriba, lo que reduce la fatiga ocular. No olvides también ajustar el brillo y el contraste de la pantalla según la iluminación general de tu entorno. Estos simples cambios pueden marcar una gran diferencia en la salud de tus ojos.